En 1966, en clase de gimnasia en el instituto, Ben Cohen y Jerry Greenfield se dieron cuenta de que les fastidiaba correr pero les encantaba comer. Más tarde, en 1978, Ben había sido despedido de varios empleos temporales mientras que Jerry había suspendido por segunda vez el examen de acceso a los estudios de medicina. Puesto que comer era su gran pasión, tras un curso de 5 dólares por correspondencia de elaboración de helados, abrieron su primera tienda en una gasolinera destartalada en Burlington, Vermont.
Pronto adquirieron fama en su comunidad por sus excelentes helados, elaborados con leche fresca y nata de Vermont. Ben carecía del sentido del gusto y por eso confió en lo que denominó 'sensaciones bucales'. Los grandes trozos de chocolate, frutas y nueces se convirtieron en su sello. Aunque a veces no se ponían de acuerdo en cuanto al tamaño de los trozos, así que acordaron que su objetivo iba a ser la diversión, ya que, como solía decir Jerry: 'Si no es divertido, ¿por qué hacerlo?'.
Al principio, a los chicos no se les daba muy bien la contabilidad. Transcurridos dos meses, cerraron la tienda y colgaron un cartel que decía: 'Cerramos para ver si hemos ganado algo de dinero'. Y, en efecto, no era así. Sin embargo, aprendieron muchísimo y, en 1979, empezaron a vender al por mayor envases de medio litro de helado en la furgoneta Volkswagen de Ben. El resto, como dicen, es historia.
El resto, como dicen, es historia.
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